jueves, 28 de febrero de 2008
Alguien ha entrado de noche a mi casa
mientras dormía,
ha descolgado el sol y se lo ha llevado.
Ya no amanece.
Ha abierto los armarios,
se ha llevado los sueños,
ha roto los recuerdos,
y me ha dejado sin una sola pieza de esperanza.
Alguien ha entrado de noche a mi casa,
sin hacer ruido.
Sin que pudiera defenderme me arrebató la paz,
me ha dejado en ruinas y en silencio,
en un lugar vacío donde no hay
refugio posible.
Alguien ha entrado de noche a mi casa,
pero olvidó llevarse
tanto amor.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Volvió a la cama. En realidad, no necesitaba aquel pitido estridente ni la pequeña pantalla parpadeante para saber que tenía fiebre.
- Otra vez... –se lamentó.
Se acurrucó bajo el edredón, intentando mantener el calor, con una mano bajo el pecho y con otra sobre la frente, tratando de aliviar inútilmente el dolor.
Sus labios estaban extremadamente tersos. Si no les aplicaba cacao terminarían agrietándose. Pero levantarse era un esfuerzo innecesario en ese momento.
Debería llamar a alguien –pensó- pero... ¿a quién?
Sólo la echarían en falta en la oficina. En una hora, alguien se daría cuanta de que había una silla vacía y más trabajo de lo habitual.
Sintió ganas de llorar. Pero ni siquiera le quedaban fuerzas para eso. La fiebre debía de haber logrado secar sus lágrimas.
Se hizo un ovillo sobre las sábanas, como lo hace el bebé dentro del útero de su madre. Y fue entonces cuando se sintió más sola que nunca. Comprendió que nadie iba a ir allí para tocarle la frente y aplicarle compresas de agua fría, que nadie estaría a su lado para arroparla, mimarla y darle calor. Nadie iba a cuidar de ella.
La cabeza iba a estallarle, y supo que esta vez no era por la fiebre. Eran las lágrimas no derramadas, las heridas abiertas, las magulladuras de la desilusión, las llagas de la desesperanza, todo el peso de este mundo, concentrados en su frente.
Y sólo entonces lloró. Lloró hasta quedarse dormida. Quieta. Inmóvil. Porque ya no le quedaban motivos para levantarse de esa cama. Porque lo único que podía hacer era seguir durmiendo... y soñar.
martes, 26 de febrero de 2008
lunes, 25 de febrero de 2008
Paisaje para la despedida
dan vueltas y más vueltas de verdad,
porque ya no sabemos qué decírnos.
Que duermas bien -es lo que te deseo
en esta noche inesperadamente
rota, sin esperanza...
Pregunto por tu frío y por tu fiebre.
Quiero saber una cosa más:
si tienes miedo o sed, si necesitas
algo que yo no pueda darte...
La palabras dan vueltas y más vueltas,
mientras todo se acaba, todavía
en lo oscuro: tropiezan, se confunden,
y tú ya no las oyes -me parece.
Que duermas bien.
Lo que quisiera es preguntarte ahora
si en tu silencio hay sitio para el mío.
viernes, 22 de febrero de 2008
Idealista, ¿algún problema?
En la época en la que vivimos, aquellos que piensan y sienten más de la cuenta, están perdidos. Los idealistas ni siquiera tienen cabida. Serán tachados de irrealistas, evasivos, poco prácticos para la consecución de cualquier fin. No somos instrumentos útiles.
Así, la sociedad comienza a rechazar, incluso de forma explícita a través del Plan de Bolonia, a los especialistas en historia, arte, literatura… y por supuesto, a los filósofos. “Los de letras” no les servimos, no les salimos rentables.
Pobrecitos aquellos que no sirvan para darle dinero a una empresa, aquellos que no sean imprescindibles en la vorágine de la oferta y la demanda.
Pobres de aquellos que pretendan plantearse algo sobre la vida… porque terminarán desencantados con ella. Y es que, como decía, en estos tiempos, ser un idealista no es sencillo. No es la actitud de aquel esquivo que huye de la realidad, sino del que lucha por una realidad mejor. Y no sólo debe luchar por esto, sino que también debe aunar fuerzas para no dejarse vencer por todos aquellos hedonistas que se conforman con lo que tienen alrededor, sin plantearse siquiera en qué tipo de mundo viven. Tendrá que luchar contra el mundo mismo, que se empeñará, día tras días, en darle razones para olvidar su objetivo.
Me produce arcadas el nihilismo que se ha asentado en nuestra sociedad. Esa no creencia en nada, esa falta de principios, de sueños y de motivaciones. Hoy en día llaman ambicioso al que busca dinero y poder, al que quiere llegar a lo más alto de SU carrera profesional, del modo que sea.
La gente piensa que no quedan razones por las que seguir luchando, que ya está todo hecho. Peor que eso, ni siquiera se plantean si el mundo en el que viven es un lugar justo, un lugar que podría ser más equitativo, saludable, cooperativo, libre… simplemente viven, sin demasiadas preocupaciones (mas que la de satisfacer sus propios deseos).
La máxima inquietud de algunos es si el Real Madrid ganará la liga, o si le dará para comprarse ese bolso Gucci de último modelo. Y de esta manera, otra pandemia amenaza con asentarse en nuestra sociedad: la frustración.
Acostumbrados a tener todo cuanto queremos, y a luchar poco por ello, nos desintegramos emocionalmente cuando no conseguimos algo. No valoramos lo que tenemos, pues nos costó poco obtenerlo, y terminamos convirtiendo nuestros deseos en necesidades vitales. Hay quien le reza a Dios por tener un trozo de pan para comer, y hay quien lo hace para que le dejen entrar en ese exclusivo club de golf (que seguramente estará en Marbella o algún otro lugar caluroso donde haya que despilfarrar agua para mantenerlo verde).
Precariedad laboral, inaccesibilidad a una vivienda, desigualdad de la mujer, violencia de género, pornografía infantil, educación desatendida, políticos electoralistas, pobreza, hambre, enfermedades, delincuencia, drogas, mercado negro, prostitución, explotación, corrupción, destrucción de nuestro planeta, armas, racismo, discriminación social, pena de muerte, negación de los derechos humanos… La lista es interminable. El que siga pensando que no quedan motivos para luchar es porque, o tiene los ojos cerrados y ni se ha molestado en abrirlos, o lleva demasiado tiempo mirándose al ombligo…
lunes, 18 de febrero de 2008
Soneto de la dulce queja
Tengo pena de ser en esta orilla
Si tú eres el tesoro oculto mío,
no me dejes perder lo que he ganado
Federico García Lorca
jueves, 7 de febrero de 2008
Lucía, siempre directa, siempre con golpes certeros.
lunes, 4 de febrero de 2008
El artista torturado
No pretendo hacerte daño con estas palabras. Si te lo digo es porque quiero ser sincero contigo antes de empezar, es lo justo. Espero que lo valores, porque nadie volverá a ser justo o sincero contigo.Así que, una vez más, te lo digo desde ahora: nunca serás feliz. Te lo pongo por escrito, para que puedas leerlo.
Quiero que salgas a la calle en el día más dulce y soleado del año y con toda tranquilidad lo repitas en voz alta. "Nunca seré felíz". Aunque haga calor verás tu propio aliento, frío y humeante, como si subrayase tus palabras. Para evitarlo, dilo con orgullo, como haría un hombre sabio. "¡Nunca seré felíz!" Inténtalo algún día.
Cuando pienso en tí, imagino una nube flotando sobre tu cabeza, como en los dibujos animados, tu aguacero privado. Te veo empapado, completamente hundido y siempre enfermo porque nunca acabas de secarte. Deprimido por el mal tiempo, tu llanto alimenta un pequeño rio, pero las lágrimas se evaporan y forman otra nube que te vuelve a llover encima. Nunca ganarás.
Será triste. Nunca conseguirás a la chica. No salvarás el mundo. Nunca hallarás el amor verdadero. No encontrarás un amigo de confianza. Nunca estarás satisfecho. Nunca tendrás bastante. Los enanos de tu circo te sacarán dos cabezas. Se les quedará pequeño el disfraz. Tus días serán largos y nada divertidos. Tus noches serán solitarias y poco más. Siempre esperarás días mejores que nunca llegarán. Y sobre todo, jamás alcanzarás una mínima paz de espíritu.
[...]
Date por avisado."
domingo, 3 de febrero de 2008
No juegues a insistir
Las excusas ya existían antes de ti
No, no me mires como antes
No hables en plural
La retórica es tu arma más letal
Voy a pedirte que no vuelvas más
Siento que me duelas todavía aquí
Adentro
Y que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a alguien así
No se puede vivir con tanto veneno,
La esperanza que me dio tu amor
No me la dio más nadie,
Te juro, no miento
No se puede vivir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
A acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento
Espero que no esperes que te espere
Después de mis 26
La paciencia se me ha ido hasta los pies
Y voy deshojando margaritas
Y mirando sin mirar
Para ver si así, te irritas y te vas
Voy a pedirte que no vuelvas más
Siento que me duelas todavía aquí
Adentro
Y que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a alguien así
No se puede vivir con tanto veneno
La esperanza que me dio tu amor
No me la dio más nadie
Te juro, no miento
No se puede morir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
A acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento