martes, 13 de enero de 2009



Dicen que los ojos nunca cambian,
y los tuyos demuestran que sí,
que hoy no le dan brillo a tu cara.

Y cada escenario es una tumba
donde me entierro en vida y a ti...
que nunca te dije que tengo miedo,

que me disfrazo tres veces al día,
que sigo siendo un niño
con una bomba de relojería.

Tengo tantos trozos de metralla en el alma clavados,
tengo en los pulmones un tornado a punto de estallar,
tengo callos en las manos de ararte el cuerpo
y de regarte el sexo...


El desengaño duerme en azoteas;
y los perros se ríen de mí
por tener fe en el ser humano.

Busco tu oleaje en mis desiertos
y sólo encuentro un mundo inmaterial,
yo lo inhalo y ya no estás tan lejos;

Cada día me siento más viejo,
y juego a ser yo mismo,
sin nadie que me diga lo que he sido.

Tengo tantos trozos de metralla en el alma clavados,
tengo en los pulmones un tornado a punto de estallar,
tengo callos en las manos de ararte el cuerpo
y de regarte el sexo...


Dime si acaso en la niebla no se pueden ver mis pecados,
y si acordes distorsionados me tapan la voz…
¿Cuántos días son para siempre en tu calendario?,
¿y cuántos demasiado?

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