lunes, 17 de marzo de 2008


Así- naturaleza y esencia que se abrazan, en tempestad y sosiego,
sin reposo ni cálculo- con todo lo mejor de nuestros miembros,
terminamos, comenzamos de nuevo.

Nuestros cuerpos
son un mismo lucero.
Compartimos tristezas,
compartimos entrañas.
Llevan la misma sangre, nuestros cuerpos.

Estamos hermanados en la herida; son la llave del día
la llave de la pena y la alegría,
nuestros cuerpos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jugamos al ajedrez?

Anónimo dijo...

mismo camino, distintos zapatos, mismo destino, distinto comienzo, compañeros de viaje princesa