domingo, 24 de junio de 2007

QUERIDOS AMIGOS

Dicen que no hay mal que por bien no venga, y es verdad. Si dejar de hablar con mi antiguo grupo era el precio a pagar para poder conoceros, entonces nada salió caro.

Me acogisteis como a una más en el grupo, desde el primer día, y habéis sido, casi sin saberlo, mi balsita para no naufragar, y la prueba de que aún quedan personas que de verdad merecen la pena.

Me alegro muchísimo por todos vosotros, pero a la vez no puedo evitar sentirme muy triste. Hacía mucho tiempo que no encontraba a gente tan especial, y ahora que al fin la encontré, tengo que decir adiós.

Lo único que puedo lamentar es no haber pasado más tiempo con vosotros, pero eso es algo que no puedo cambiar. Sin embargo, sí puedo deciros que allí donde vayáis, yo estaré, y que cuando volváis todos, os estaré esperando con los brazos abiertos.

La melancolía empieza a hacer de las suyas y además odio las despedidas... así que no diré “adiós”, sino “hasta pronto”, amigos.

Os quiere,

Marta

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